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Siete de la mañana, Esperanza y Sofía gritan “muchachas, llegó el motocarro”. Don Carlos muy puntual nos recogió a la hora acordada. En nuestras mentes corren miles de ideas y pensamientos que en parte nos dan emoción y por otra, un poco de temor por enfrentarnos a una situación que para todas es nueva, conocer de primera mano uno de los territorios de paz, que hoy son el hogar de miles de disidentes del ex grupo guerrillero FARC.

Para los colombianos que vivimos el proceso en el que todos pedíamos la paz pero que solo unos pocos le apostamos de verdad, ver esta realidad de cerca era algo que teníamos que palpar, sentir, hablar y conocer a las personas que hicieron parte de esta guerra que para ellos también en muchos aspectos fue muy dolorosa. No solo los que no pertenecíamos a ningún grupo armado perdimos seres querido, ellos también.

Después de un camino destapado, lleno de huecos y de charcos, camino que para los habitantes del municipio de Dabeiba es uno de los mejores, para nosotras desde una mirada llena de privilegios fue muy cuestionado. Dos horas de camino y a lo lejos desde una montaña se divisa al borde una planicie, en la que se lee un mensaje que reza: “ZVTN Jacobo Arango la esperanza y el amor por la paz, nacen del legado de Manuel. FARC-EPLes la señal que nos indica que al fin estamos cerca.

Quince minutos más y llegamos a una vereda llena de casitas, unas humildes y las otras bien construidas pero sencillas, dando vuelta a la derecha nos encontramos en el costado izquierdo, una casa que rompe con los estereotipos de las demás, una finca llena de flores, con una hamaca en la entrada y una camioneta blanca rodeada de tres hombres los cuales nos saludan muy amables excepto uno de ellos. Sin camisa, sombrero vueltiao, sudadera azul, machete al cinto y botas pantaneras, nos saluda con reserva. “Buenas, doña Yudis” pregunta Wendy. “Sigan por ahí derecho en una casa verde con un escudo del Nacional, ahí es” nos indica uno de los hombres cerca de la camioneta. Arrancamos de nuevo y el conductor nos indica: “el del machete es el jefe de todos”.

Llegamos al corazón del Llano Grande, uno de los territorios más mencionados por las noticias nacionales y en el que se ha llevado uno de los procesos que muchos colombianos creíamos imposible, la reintegración de los guerrilleros a una sociedad a la que aún se sienten un poco ajenos. Llegamos a la casa verde que nos habían mencionado. En la puerta esperándonos, Luz Mary Cartagena Ceballos “Yudis” una ex militante del bloque occidental de las FARC, del cual hizo parte por 29 años, y que ejercía como enfermera del frente 34, que el 25 de agosto de 2015 cae presa en compañía de su esposo, en una redada de las Fuerzas Armadas de Colombia en el corregimiento de Cupica en el municipio de Bahía Solano, Departamento del Chocó, y que en marzo de 2017 es liberada gracias a esa enorme decisión de entregar sus armas.

En su nuevo hogar nos recibió con una sonrisa amable, un tanto desconfiada y reservada. En un corredor interminable de casitas unas bien terminadas y las otras no tanto, con una gran cancha de fútbol y al lado una de voleibol, entramos a la casa de doña Yudis; una mujer de contextura gruesa, alta, piel trigueña y dersa, seño fruncido y vos fuerte, nos invita a entrar a su casa, su nuevo hogar en el cual vive con su hija de aproximadamente 30 años y su nieta de 11.

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Sentadas en la cocina y tomando café, nos deja muy claro que hay muchísimos periodistas y organizaciones que quieren entrar y hacer su voluntad en el territorio, pero que con ellos no es tan fácil. Nos aclara que ellos han estado acostumbrados a una disciplina militar y por ende tienen unos lineamientos estrictos y que los extranjeros “tienen” que respetar y que luego de conseguir su libertad no permiten que los vengan a doblegar.

Luego bajando un poco la guardia nos empieza a contar un poco de su vida y de cómo ha sido desde el acuerdo de paz, el cambio que ha tenido, lo que ha aprendido y desaprendido, las metas nuevas que ha adquirido y lo que significa para ella y para muchos de sus antes camaradas y hoy vecinos, este compromiso con la paz y la libertad. Ya estando más en confianza, gracias a que por parte de nosotras pudo notar un respeto por su experiencia y sus palabras, nos presenta a su nieta María Ángel, una hermosa joven que se nota juiciosa, obediente, que respeta y quiere a su abue, como le dice a Yudis.

A continuación, nos cuenta con detalle cada uno de los proyectos que han emprendido de la mano de los líderes de la comunidad que, si bien han sido productivos, no todos los miembros de Llano grande participan. Nos hace un recorrido por la sede de Hilos de Paz, un proyecto comunitario de confecciones. Luego nos deja entrever por las ventanas el lugar donde se reúnen los miembros de la corporación de la mujer y la diversidad.

Así pasamos por la panadería, el galpón de gallinas ponedoras, el almacén, la tienda, la guardería, el comedor, el centro de salud, el hotel y la escuela. Componentes de los cuales se sienten orgullosos de sacar adelante a pesar de algunos inconvenientes que siempre están presentes en el diario convivir de cualquier comunidad, pero en los cuales se irradia el único propósito que han tenido desde la que es quizá, una de las decisiones más importantes de su vida, vivir en paz.

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